sábado, 9 de octubre de 2010

Stand by

A pocos días de haber concluído la semana de exámenes, la vida sigue y los trabajos, clases, tráfico y cierre de calles (por aquello del centenario del Aniv. de la Rev. - y no me refiero a las tan nombradas personas que les tocó llamarse así-) también.
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Ayer tuve la segunda práctica en cocina (apenas, me dicen que vamos atrasados), que a decir verdad es como si fuera la primera, ya que en la anterior a mi brigada le tocó llevar las compras y toda la clase nos la pasamos pesando ingredientes y las mermas de los mismos para llenar la receta estándar. Tal era la aburrición, que a mitad de clase, al sorprendernos en estado de contemplación, nos lanzamos con cierto desquicio a lavar trastes por el mero gusto de hacer algo (que no lea esto mi mamá, que en Diciembre se desquita).
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El caso es que en esta segunda práctica, que fue individual; me estrené como mula de carga y casi pierdo el brazo o esa es la sensación que ahora me queda. Tuve a bien en preveer de llevar con anticipación mi tabla y dos frascos (de a dos litros) para los chiles en vinagre que elaboramos... Lo demás lo llevé el día de la práctica... Mala idea.
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Viernes 4:30 am. Abrí los ojos y por fuerza divina me despegué de mi cama para meterme a bañar, medio desayuné un tazón con copos de avena y salí disparada a las 6:15 am a la parada de autobuses; para la suerte que me traía, no pasaba el ingrato autobús, por lo que tuve que tomar otro y hacer escala en el metro y yo con una bolsota tipo "ecológica" (así de grande, pues) llena de verduras y otros ingredientes, mi bolsa con mi libreta y según yo para repartir el peso, el litro de aceite de oliva que en ese momento me pesaba como si fuera de 5 lts y por si fuera poco, mi estuche de cuchillos y el resto de mi uniforme bien dobladito (el pantalón ya lo traía puesto, de eso si me fijé). Llegué por obra de quien sabe que santo y todavía con el ánimo encendido para correr a cambiarme y estar a tiempo con mi brigada en la cocina.
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Nos concentramos en hacer la práctica lo mejor posible, controlando el temblor de la mano bajo la mirada del chef. Al final todo resultó bien, y hasta hay fotos de los frascos, que no presumo porque el Chef las tomó. Pero no todo fue miel sobre hojuelas, sucede que cuando estaba secando mi cuchillo, voltée a ver al chef que en ese momento dijo algo y fue entonces cuando sentí el corte... Ustedes dirán: Se pasó casi dos horas cortando verduras y se va cortando por secar su cuchillo. Les doy la razón, así de bizarro es mi mundo algunas veces.
Para no alarmar a nadie y como ya estábamos con el tiempo encima, presioné la herida con una magitel y seguí secando mi equipo. Ya afuera, corrí a la enfermería, para según yo ir por un curita... Salí de ahí con un mini vendaje.
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No se alarmen, que hierba mala nunca muere y como no soy Nena Daconte (véase "El rastro de tu sangre en la nieve" en Extraños peregrinos, 12 cuentos) aquí sigo. Ahora sólo me duele el hombro por cargar y el antebrazo por cortar... ¡Debilucha!
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¡Ah!, que bonita es la vida cuando se duerme bien:
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Como pude llegué a mi búnker cargando un frasco de 2 litros (más su contenido, que fácil lo duplica); el otro frasco lo dejé en mi locker, amén de que me amonesten por dejar comida. Agréguenle a la carga dos contenedores con las verduras cortaditas que me sobraron y de paso otros enseres que no vale la pena mencionar... ¡Ah! y de paso, me llevé mi gorro para evitar que se impregnara del olor a vinagre.
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Sólo llegué, metí las verduras al frigobar y me recosté "un rato". Me levanté a las 8:30 con el cuerpo adolorido, una sed de camello y un tremendo antojo de comer un chocolatín (hagan cuentas, desayuné a las 4:00pm). Así que puse pies a la obra y me encaminé al "globo" más cercano para saciar mi hambre. Terminé comprando un pastelito, una dona y una ciabatta que tuve a bien preparar al llegar al búnker, y después a seguir durmiendo.
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Insisto, qué linda es la vida cuando se duerme bien.
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Saludos somnolientos.
Yukino.

sábado, 2 de octubre de 2010

Recapitulando


No he entrado en fase de hibernación, tampoco he estado en otro universo paralelo ni mucho menos me he encerrado en mi búnker, sólo he estado algo ocupada.
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Ya nos entregaron la última calificación y al fin se acabaron los primeros exámenes parciales; tras varios días de carreras para llegar a tiempo y mal pasadas por hacer trabajos, el resultado final me deja bastante tranquila. No tuve notas excelentes (excepto en dos materias jeje), pero en general me fue bastante bien, claro que podría mejorar así que ese es el siguiente reto.
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Por lo pronto todo va bien en mi vida, al fin estoy haciendo lo que me gusta, vivo en el D.F., mi lugar de nacimiento y aunque no es la mejor ciudad del mundo a mi me deja bastante satisfecha... Creo que esta ciudad tiene espacio para todos los gustos y acomodo para todas las tallas, aunque sea en microbuses miniatura.
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En mi búnker las cosas han cambiado un poco. Ya tengo roomie, se trata de una de mis amigas de la secundaria que también optó por mudarse al Defectuoso en busca de una nueva vida, así que se agradece la compañía y la división de gastos. También hemos ampliado nuestros enseres domésticos; mi cocinita aún no se parece a la de un gourmet, pero ya tengo lo más básico para preparar algo descente, afortunadamente en el frigobar y la despensa siempre hay algo que comer, es sólo cuestión de imaginación (aveces de mucha) y disposición para cocinar algo.
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También tenemos nuevas plantitas por lo que la vida en estos lares ya se hace más visible. Cosa curiosa, a falta de luz solar en el interior del edificio (vivo en un segundo piso), suelo dejar las cortinas descorridas y extrañamente no he captado miradas curiosas de vecinos... o son muy respetuosos o yo soy muy distraída; en fin que "el pago por evento" no es nada del otro mundo, de todas formas evito andar en ropa interior cuando tengo las cortinas descorridas... Sólo por si acaso...
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El estado en el búnker: Viento en popa.
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Saludos peatoniles,
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Yukino