jueves, 29 de octubre de 2009

Recapitulando

Habiendo seguido los sabios consejos de Serrat, el jueves pasado me levanté con ánimos contagiosos, de esos medio sosos que plasman en nuestro rostro una sonrisa por casi todo. Apenas me hice consciente de los ruidos del exterior (es decir el trinar de los pájaros que aún sobreviven a la mancha urbana y se refugian por estos lares) y de estirarme y rodar un poco en la cama, me levanté de muy buen humor. Puse a medio volumen "Hoy puede ser un gran día" y me puse a cantar mientras iba de un lado a otro, haciendo la cama y cambiándome la pijama.
De verdad que todo apuntaba que el día iba a estar genial, había buen clima, fresquecito y el sol no quemaba, tuve un desayuno delicioso y después de leer un poco para mi tesis, acompañé a mi mamá al centro a hacer algunas compras...
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¡Ah! cruel destino, de saber lo que nos iba a pasar, habríamos dado medio vuelta apenas comenzó a cambiar el clima. De repente, el sol salió enojado y comenzó a concentrar su calor en las aceras de asfalto, la gente salía de sus trabajos y escuelas arremolinándose para llegar pronto a casa... Debimos haber dado media vuelta y regresar, pero por ahorrarnos unos pasos y protegernos del sol, nos metimos al mercado del centro, el Benito Juárez, que tanto nos gusta a oaxaqueños y turistas.
Pues ahí estábamos, dos peatonas caminando en el mercado que ya conocemos pero que no deja de asombrarnos... Y vaya sorpresa que nos llevamos cuando de repente, mi mamá siente que le arrancan los aretes y un mocoso de unos 12 años echa a correr. Apenas me di cuenta de lo que había pasado corrí tras el, pero cual rata que es, logró escabullirse en los pasillos y a pesar de mis gritos, nadie lo detuvo. Frustrada, furiosa y medio asustada regresé a casa pensando mil castigos que me gustaría aplicarle a ese ladrón... Pero de nada sirve que piense eso, pues bien podría estarse riendo en estos momentos y yo aquí preocupada contanto nuestra desventura.
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Ahora no me queda más que ir con cuidado y alerta, aunque eso será algo difícil para mi pues me encanta caminar y andar contemplado bobabas en la calle (jejeje). Eso sí, aunque nunca nos había pasado algo parecido, incluso en nuestras visitas al D.F (ni en el metro, vaya) y aunque haya pasado aquí, sigo enamorada (entre otras cosas y chicos platónicos) de esta ciudad.
Recuerden "camarón que se duerme, se lo lleva la corriente"... ¡Rayos!
Saludos Peatoniles,
Yukino.

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